La doble moral de las redes sociales
La sociedad moderna parece condenada a la búsqueda constante de una nueva personalidad, a la adaptación a un entorno vez más cambiante, y, en definitiva, a la confrontación de unos retos que esa nueva realidad ofrece cada día. La doble moral de las redes sociales es un claro ejemplo de ello.
En este contexto, las nuevas tecnologías representan ya un claro paradigma de ese escenario. Aún así, cabe preguntarse, ¿suponen realmente un avance en lo que a protección de las garantías de los ciudadanos se refiere? ¿No es cierto esas mismas tecnologías han dado lugar a nuevas tipologías delictivas, cuyo modus operandi va variando cada día?
Y es que precisamente el pasado 17 de enero, la Policía Nacional publicaba, a través de su cuenta oficial de Twitter, la fotografía de lo que parecía la habitación de una niña pequeña, demandando ayuda urgente de cualquier persona que pudiera contribuir a localizar esa habitación y, en especial, a la niña y sus progenitores.
Todo ello en el contexto de una investigación judicial en curso por un presunto delito de pornografía infantil, en la que la habitación de la niña aparecía como uno de los indicios documentales recabados.
Pues bien, gracias a la amplísima difusión que una red social como Twitter puede llegar a generar, se pudo localizar, en cuestión de dos horas, a los titulares de la vivienda donde se ubicaba esa habitación, padres de la niña, es de suponer, y presuntos autores de los hechos investigados.
Y es que es éste un ejemplo paradigmático de esas consecuencias ambiguas y de la doble moral de las redes que comporta esta sociedad moderna y, muy especialmente, las nuevas tecnologías: por un lado, fue internet, a través de plataformas de la Deep Web o de páginas clandestinas, la que permitió la difusión de contenido pornográfico infantil; por otro lado, fue una las redes sociales con más seguidores en la actualidad, la que permitió una rápida localización de los presuntos autores de ese delito cibernético.
La ciberdelincuencia constituye una lacra de esta sociedad moderna y parece que los operadores jurídicos y legislativos se ven superados por el aluvión de nuevas formas de comisión de delitos como el sexting, el stalking, el grooming o el phising, entre muchos otros. Pero debe ser la propia tecnología, a través de Departamentos policiales especialmente habilitados y operadores jurídicos informados, la que contribuya a lidiar con esta nueva tendencia delictiva.
En Garberí Penal somos muy conscientes de esta nueva realidad, y de la necesidad de ofrecer una asesoramiento adecuado para este tipo de casos.
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